"Distintos tipos de muerte", de camilarena.

"Distintos tipos de muerte", de camilarena.

"Distintos tipos de muerte" es el primer poemario publicado de Camila Rivera González (camilarena) bajo nuestro sello editorial Moñohecho. Es un poemario interpretado visualmente por el artista visual Claudio Troisemme en el que la imagen y la palabra (si no han de ser dos manifestaciones de lo mismo), cruzan sus líneas a través de un diálogo entre la voz de la autora y el trazo del artista.

La primera edición de este libro fue llevada a cabo en las instalaciones del Teatro Guloya el 16 de enero del 2016 y contó con una tirada de 100 ejemplares firmados y numerados por sus autores. En esa ocasión, contamos con la participación de "The Cat Lady" y sus amigos, que llenaron de buena música la actividad.
En febrero del mismo año publicamos la segunda edición de la que aún pueden encontrarse algunos ejemplares en la boutique de Casa Quien y Librería Mamey (la primera edición se agotó en los primeros días de poner el libro a circular).





 





Presentación del poemario "Distintos tipos de muerte", de Camila Rivera González. 

Texto de Frank Báez.

Últimamente he estado obsesionado con las poetas. Los últimos libros que he comprado y que he leído son de poesía. Primero, ante que todo, está la polaca premio nobel, Wislawa Szymborksa. Luego está Sandra Simmons, una gringa que vive en el sur de Estados unidos y que escribe poemas domésticos y feministas y que advierte en un poema que cualquier hombre que pone su pesada mano en el hombro de una mujer que no se lo ha pedido no es un poeta. Y está Natalie Díaz que viene de una tribu americana y que fue jugadora de básquet profesional y que escribe unos hermosos poemas sobre su hermano con problemas mentales y la reservación de donde viene su familia. Y Victoria Guerrero, una poeta peruana, que acaba de publicar una trilogía de sus desgarradores poemas y que tiene un poema sobre el pelo que su hermana perdió durante varias sesiones de quimioterapia. Y bueno, hace una semana, me pasaron estos poemas de Camila Rivera González. Así que los he leído en ese contexto, como si ella perteneciera a esa comunidad de mujeres, que considero maestras, por la sabiduría y por los secretos que me han dejado con sus versos.

Todos sabemos que la poesía se divide en dos géneros: la que es buena y la que es mala. Es decir, la que me gusta y la que no me gusta. Pero en este caso, yo siento que estas autoras están dirigiendo sus poemas, para decirlo de alguna manera, al corazón. En serio, son bacantes que te arrancan el corazón con las uñas, que se deshacen de tus vísceras, que te arrancan la piel, que mastican tus ojos, que se comen tu cerebro y se beben toda tu sangre en tu propio cráneo. Esto de alguna manera me causa alivio, pensando sobre todo en el caso de Camila, ya que el mundo literario en Santo Domingo es tan misógino que se necesita reunir fuerza y tener una personalidad fuerte para enfrentarlo.

Los poemas de Camila se pueden pensar como especies de alquimias del verbo, pequeños conjuros que buscan transformar la cotidianidad en aventura, la vida en psicodelia y las calles de Santo Domingo en bulevares galácticos del 2114 y a los sapos del río Ozama en príncipes de las mil y una noche y a los delivery de colmados en filósofos presocráticos y a los mecánicos de Villa Juana en piratas del siglo 18 con piernas de palo y parches y loros en los hombros, y como ella plantea en uno de sus poemas, aquella idea de repartir poemas a la salida de una boca del metro como los evangélicos reparten sus folletos, pero con el fin de que la gente al leerlos se tornen artistas. Camila es una artista y está escribiendo exclusivamente para propiciar su transformación, la cual ha de lograr sola y con mucho empeño, como una Juana de Arco del trópico, es decir, una artista que tiene la visión, sin pensar en la presión de los demás, sin pensar en que lo que está escribiendo es poesía o no es poesía, sino sencillamente escribiendo y dejándose llevar de las palabras que brotan en ella como una llave abierta toda la noche y todo el día

¿Pero qué es poesía? ¿Quién sabe? La poesía es como Dios: no hay una certeza lógica. Sencillamente la sentimos. Así como sentimos a estas bacantes, a esas otras camila de distintas latitudes que mencioné al principio y que se las pasan chupando la médula de sus lectores. Porque lo que Camila nos presenta en estos poemas son esas pequeñas intuiciones, esas lucecitas que prenden las palabras como luciérnagas, esa sexualidad voraz de bacante mezclada con una dulzura de ciguapa, ese paroxismo, esa soledad en la multitud, esa multitud que no nos deja solo, ese mar que en ocasiones puede convertirse en una alfombra por la que podemos todos caminar, ese maná que Dios finalmente lanzará del cielo y que todo podremos comer porque es integral... Todo eso metido en este poemario como si se tratase de una de esas cajas donde los niños guardan sus juguetes.






































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